A MI HIJO VARÓN

A ti, hijo mío…
Te libero del cuento donde siempre tienes que ser el príncipe, el valiente o el rescatador.
El príncipe encantador en caballo blanco y con armadura.

Te libero del cuento donde te enamoras de la princesa rescatada.
Eres libre de amar a la bruja o a la campesina, a la mujer que se rescata sola, a la que no vive en el castillo, a la que no es la más bella del reino, mientras sea buena contigo.

Te libero del cuento donde tienes que ser de color azul donde siempre eres el más fuerte, el más valiente, el más guapo y el que, por supuesto, ya posee un castillo.

El que tiene tesoros y riquezas o por lo menos alguna herencia.

A ti también te han dañado y te han impuesto estereotipos de valentía, posesión y fortaleza.

Te libero del cuento donde jamás se te permite llorar, donde la confusión, el caos y la derrota no existe.

Te libero del cuento donde siempre hay mil batallas, monstruos, dragones, oscuridad y con ello la consigna de que para todo se tiene que luchar, que todo es guerra y competencia; qué cansado debe ser tener que ser caballero en guerra por la eternidad.

Te librero del cuento, del hechizo, del amor mágico e impuesto para que construyas tu mundo a tu manera y desde tu propia identidad.

Te libero del cuento y te cuento:
Nosotras ya nos liberamos solas.
No somos princesas ni queremos serlo.
Ya no estamos dormidas entre las cenizas o atrapadas en nuestros cuentos.
Amamos al hombre que ríe, juega, es sensible y cuando él quiera es protector.
Nosotras también sabemos defender a nuestro caballero cuando haga falta.

Nosotras salimos del cuento y te esperamos en este lado donde puedes ser tú, y yo puedo ser yo, sin tanto cuento.